Federico Infante
  Ninguna percepción es recíproca. La mirada hacia la lluvia no es la lluvia que nos mira. La piel que tocamos casi nunca es la piel que suplica ser tocada. Un sonido no espera ser escuchado. El margen no sabe que es el margen. Hacer equivaler las percepciones es reducir el cuerpo a unos pocos encierros y desplantes. Esto es lo primero que aprende el niño. Esto es lo que tan rápido el adulto ignora.


Carlos Skliar en "No tienen prisa las palabras".

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