La culpa (Pablo Neruda)
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Jacob Collins |
El sufrimiento fue como una sangre negra
que por las venas subió sin descanso
cuando el goce bajaba del árbol de vida:
allí estaban los dos hijos terribles del amor desdichado
en una selva
que de pronto se unió, piedra y enredaderas,
para ahogarlos sin ruido de agua entre las hojas,
para darles tormento en cada beso,
para empujarlos hacia la salida glacial.
Comenzaron por huirse y llamarse,
por agredirse en pie y amarse de rodillas,
morder cada rincón de los cuerpos amados,
herirse sin tregua hasta morir cada día
sin comprender, rodeados por los bosques hostiles
que compartieron algo y no sobrevivieron,
algo probaron que les quemó la sangre
y la naturaleza, nieve y noche,
los persiguió de nieve en nieve y noche en noche,
de volcán en volcán, de río a río,
para darles la vida o aniquilarlos juntos.
Pablo Neruda.
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