Ser tomada por granito. Ursula K. Leguin.
A veces me toman por granito. A todos nos toman por granito alguna vez, pero no estoy de humor para ser justa con los demás. Estoy de humor para ser justa conmigo. Me toman por granito bastante a menudo, y me molesta y me aflige, porque no soy granito. No estoy segura de qué soy, pero granito sé que no. He conocido a algunas personas de granito, como todos: con un carácter de piedra, rectas, inamovibles, inmutables, con opiniones del tamaño y la forma de las Montañas Rocosas, cantera que hay que excavar durante cinco años para extraer una sola sonrisita pétrea. Eso está bien, es admirable, pero no tiene nada que ver conmigo. Lo recto está bien, pero yo soy más bien retorcida. No soy granito, y no debería tomárseme por tal. No soy sílex ni diamante ni ninguna de esas estupendas materias duras. Si soy piedra, soy una clase de piedra de pacotilla y quebradiza como la arenisca o la serpentina, o quizá el esquisto. O ni siquiera roca sino arcilla, o ni siquiera arcilla sino barro